Al inico, las horas, las primeras de aquel día de marzo del 2020, en el que se decretó en Colombia un aislamiento obligatorio, casi que sin precedentes para la mayoría. Días, semanas, mes. Un desfile de emociones colectivas en medios de comunicación y detrás del circusnpecto espejo de baño o pasillo; de pared. El año se arrimaba al término, y en la familia Corazón en Parches el silencio acrecentaba la distancia, no solo entre nosotros; la gente de la ciudad, las cotidianidades justamente anteriores, nuestras actividades regulares y las epontáneas, que ponían a "bailar" a todo el equipo creativo y de producción. Entonces, expectantes nos tomó octubre. Nos rodeaban pilotos y más pilotos; intentos de retornar a las calles de la forma más segura posible. Las ideas entre nosotros fueron más, entonces, las pasiones no se hicieron esperar, y las conversaciones a borbotones.
Mensajes internos, inquietos, casi siempre noctámbulos, sumaban líneas de conversación con una de las mujeres más tenaces del equipo: Johana Martínez. Su disposición y alegría fueron los ingredientes del preámbulo de lo que sería una intervennción exitosa. Las noticias titubeaban y la incertidumbre probocaba disimulos, pues cómo realizar una actividad decembrina de recolección y entrega de regalos para niños sin la aprensión de convertirnos en vectores de contagio. El 16 de octubre del 2020 hicimos un voceo a través de la cuenta @corazonenparches por la red social de Instagram. Contra todo pronóstico, las personas empezaron a responder y a juntarse. ¡Hicimos equipo! Pronto, Víctor Castilla y Johan Gómez, profesionales del área de la salud, se encargarían de diseñar un protocolo de bioseguridad de acuerdo a las directrices del Ministerio. Leidy Acosta dirigiría la logística, Giuliana Ariza la gestión de la población objetivo y Johana Martínez lideraría la campaña.
Tiempos enmarañados para desenredar viejos anhelos. El informe del protocolo sugeriría espacios abiertos —entre otras recomendaciones—. Un suspiro colectivo que no se hizo esperar, abriría el alborozo por el ahora tan evidente camino hacia una participación en zonas rurales: ¡vamos a visitar a los niños del campo! Las veredas: Martha, Tablazo, Primavera, Velinta, Filo de Amores, Los Llanitos, La Aguada, El Carrizal, todas del departamento de Santander cercanas a la capital, participaron en el censo de entrega. La cifra de posibles beneficiados superaba abrumadoramente el número de regalos que hasta el momento teníamos. ¿Y ahora?
Inmediatamente, siguiendo la orientación de nuestro equipo de salud, iniciamos una campaña de donación para comprar regalos, evitando al máximo la cadena de manipulación de objetos. Día tras día, nos informaban aumentos paulatinos del número de niños y niñas. Las campañas de recolección de recursos no funcionaron del todo. La angustia entonces al asedio. Estábamos a filo de semana y media con solo las pruebas PCR de los tan solo diez miembos del equipo que se encargarían de la entrega en la agenda. Así lo exigía la logística. La preocupación llegó a oídos de Helen Victoria, un corazón hasta ahora silencioso que empezó a dar latidos de vida a la campaña: caretas, alcohol, dinero y una disposición de lo más altruísta que poco se ve por estos lares. Ya teníamos nuestro aparato de bioseguridad completo, pero de regalos: ¡Nada!
Johana al rescate, y esta vez venía con compañera a bordo. Su camarada, talentosa y reconocida comediante Jeks Gulfo, entraría a jugársela de todo por el todo. Mayúsculo duo que en menos de una semana lideraría el evento de recolección de fondos más importante de nuestra campaña. De inmediato iniciaron las labores. Por un lado Jeks se encargaría de la producción y Johana de la recaudación —aunque ambas haciendo de todo—. La presión estaba en aumento, pues las fechas sufrieron modificaciones en vista que no cumplíamos con todo lo necesario —y es que en la fundación, con ahínco es que hacemos todo—. Tres grandes comediantes de la ciudad en escena: Mauricio Muñoz, Anderson Niño y por su puesto ¡Jeks Gulfo!
Al siguiente día en la mañana, con teléfono en mano, se pudo confirmar nuevas fechas para las veredas faltantes. Con el corazón a mil por la emoción, le decíamos a los líderes sociales que pronto nos conoceríamos por fin. ¡Y así fue! La sonrisa de cada niño y niña; de sus acompañantes o familiares, el personal de vigilancia de algunas instituciones, profesores de los que tan solo conocimos su gramática, todos, unidos en una voz de agradecimiento, admiraron el resultado de cada esfuerzo, aporte, idea, pensamiento, sentimiento; el éxito de esta campaña vale por cada persona que estuvo detrás, sí, porque fueron más de las que aquí se habla, visibles y anónimas, ausentes y presentes.
Y más que una campaña, esto fue toda una Operación Navidad.
Bloopers
Willmer Florez, el artista del SantaClown, iba camino a la vereda La Aguada, en su moto por esa carretera rural llena de polvo. Nos dirigíamos a almorzar y lo encontramos en el camino lleno de tierra. Estaba casi irreconocible porque el mugre le cubría hasta el rostro. Se había caído de la moto y se encontraba completamente desubicado con el celular en la mano.
Aún cuando fue explícita la solicitud de hacer una lista de los niños y niñas que recibirían los regalos, al llegar a los lugares de entrega, nos encontramos con algunos extra que no aparecían en lista. Pues a Johana se le despertó el "paisa" y logró comprar más regalos de los cotizados, pues su habilidad de negociación logró mejorar los precios, adquirir más obsequios y poder entregar a todos.
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